Cuento: El niño y la sierpes
- Contextualizado en un mundo fantástico, alegre y divertido.
- Protagonistas: Niño/a y una criatura fantástica o mitológica (esta última que se salga del tópico de los cuentos y esté basada en nuestras leyendas locales).
- Que tenga un Final Feliz.
EL NIÑO Y LA SIERPES
Érase una vez, hace mucho tiempo,
muy al sur, en una región donde la agradable y grata primavera gobernaba todo
el año, había una hermosa aldea rodeada por un precioso bosque, cuyas verdes y
espléndidas hojas parecían del color de las mismísimas esmeraldas de antaño.
Dicho bosque estaba repleto de seres fantásticos que convivían en armonía con
los alegres habitantes del poblado, bajo el mismo sol radiante que iluminaba cada
uno de sus hogares amados.
Pareciera que aquel inquebrantable
equilibrio nunca se rompería. No obstante, un gris y lluvioso día, como poco
los había, los aldeanos comenzaron a levantar gruesas murallas para alejarse de
toda aquella vegetación, pues habían escuchado un terrorífico rumor: en el
subsuelo de una calle de la villa, se había instalado una sierpes gigantesca,
la cual se alimentaba de niños, con sus fauces grotescas.
Fueron varios los críos
desaparecidos y el desconcierto creció más y más en el poblado. La vía no tardó
en quedar deshabitada y La calle de la
serpiente la llamaron. También prohibieron a todos los infantes cruzar por
ella, por temor a que la malvada sierpes se los comiera.
Sin embargo, una tarde, quizás
fuera un martes… A un niño travieso y juguetón se le escapó la pelota con la
que jugaba al interior del peligroso callejón.
Al principio no se atrevía a ir a por ella, pero después pensó que podría recuperarla sin que la sierpes
le sorprendiera. Así que, armándose de valor, entró en la vía, corriendo en
dirección hacia donde la pelota permanecía.
Una vez dentro de la calle
abandonada, a punto estuvo de recuperar su pelota plateada, pero justo antes de
cogerla, emergió del suelo la serpiente gigantesca y fue ella quien tomó la
esfera, con sus afilados colmillos como estacas de madera.
Por el susto, el niño quedó
petrificado. Era como si una bruja un encantamiento para convertirlo en roca
le hubiera lanzado. Aunque la serpiente su pelota le devolvió, para su
sorpresa… ¡no se lo comió!
—¿No vas a comerme? —le preguntó
el niño mientras tomaba la pelota entre sus manos.
—¿Comerte? ¿Yo? Pero si yo no
como humanos.
—Pero todos dicen que comes
infantes.
—¡Ja! No, no, no, no… quien crea
tal cosa no es más que un ignorante. Si hubiera querido, ya te habría comido.
—Entonces hay que contarles a
todos la verdad. Tienen que saber que a nadie te vas a zampar.
El niño convenció a la serpiente
para que acudiera con él a la plaza. Allí, reunió a los vecinos y les relató
que el rumor carecía de sentido, pues la serpiente nunca se comió a ningún
pequeño aldeano y, todo este tiempo, la habían estado temiendo en vano.
Algunos habitantes respiraron
tranquilos, ya no tendrían que estar constantemente en vilo. Por el contrario, otras
personas no terminaban de confiar en las palabras del pillo ni de la serpiente.
Todavía recordaban la misteriosa desaparición de sus pequeños parientes.
Tras una acalorada discusión,
tuvo que intervenir el alcalde de la aldea:
—Si es cierto que la serpiente es
inofensiva, tendréis que demostrarlo para que toda la villa pueda dormir
tranquila.
—A mí no me ha engullido
—respondió el niño—. ¿No veis que todo ha sido un malentendido?
—Entonces, si la serpiente no es
peligrosa, por nosotros tendréis que hacer una cosa: descubrid al verdadero
responsable de los niños desaparecidos y nuestro miedo hacia ella quedará
desvanecido.
El niño y la sierpes aceptaron la
misión y, juntos, volvieron al solitario callejón. Allí debería haber alguna
pista sobre las desapariciones. Buscaron y buscaron por todos los rincones.
Después recorrieron el subsuelo,
donde habitaba la serpiente…
—¡Un momento! Aquello es
diferente —exclamó el enorme reptil, al observar en una de las paredes un ligero
cambio muy sutil.
Ambos investigaron el muro: un diminuto
hueco conducía hasta un pasadizo oscuro. Como pudieron, se adentraron en él, y
allí encontraron a un grupo de infantes, perdidos, extraviados y errantes.
—Pero ¿qué hacéis aquí? —preguntó
el niño y, al verle, una cría se mostró feliz.
—Nos habíamos perdido al caer por
un agujero. No encontramos la salida y quedamos aquí prisioneros.
El niño y la sierpes los
condujeron al exterior. Volvieron a la plaza, donde se creó un gran estupor.
Los infantes perdidos volvieron con sus familias y la inocencia de la serpiente
no pudo ser rebatida.
Desde ese momento, el prejuicio y
la muralla fueron destruidos. Volvía a lucir el radiante sol en el cielo y la serpiente
regresó a su hogar, en el subsuelo. La calle también volvió a cobrar vida: los
aldeanos que marcharon regresaron a sus casas y consideraron a la sierpes como una vecina.
Nadie temió nunca más a la
serpiente y, tanto ella como el niño, conservaron su amistad por siempre.
Sobre la criatura fantástica del cuento
LA SIERPES
Fuentes de las imágenes:
¡¡¡Bravo!!! ¡¡¡Viva!!! ¡¡¡Fabuloso!!!
ResponderEliminarAsí debían de gritar los niños del cuento y así lo gritarán los que lo lean, tengan la edad que tengan. 👏🏼👏🏼👏🏼
La verdad es que he paseado muchas veces por esa calle y nunca me paré a pensar en la procedencia del nombre. Aunque de Sierpes a Serpientes algo intuía. Muy curiosa e interesante la leyenda. 😊👍🏼
Por supuesto, ¡Me encantó! 😍❤️
Muchas gracias, Auxi, por salir de tu "zona de conford" y regalarnos este cuento "blanco".
En realidad eres una maravillosa CuentaCuentos y da igual el tema que te propongas, siempre lo bordas. 🤗👍🏼
Felicidades.
Un Abrazo.
¡Muchas gracias por tus palabras! Me alegra mucho que te haya gustado el cuento. 😊
EliminarQue me llames CuentaCuentos es todo un honor, y más viniendo de ti, que eres uno muy muy bueno.
¡Un abrazo!
A raíz de esta leyenda has hecho un cuento estupendo. Si fuera niña te habría aplaudido super contenta de que todo el terror que origina la historia desde el principio se disuelva tan rápidamente y tan bien. Es como cuando se sale de una pesadilla y se comprende que todo era mentira... Es un gran alivio... (imagina para un niño...). Muy bueno, dulce, con misterio y final feliz. Me encanta que además le añadas rima, todo un mérito.
ResponderEliminarUn abrazo!
Muchas gracias. ¡Me alegra mucho que te guste el cuento! No suelo escribir con rima, pero me lancé en este reto ya que los desafíos de escritura son un gran aliciente para atreverse a probar nuevos recursos 😃.
Eliminar¡Un abrazo!
No conocía la historia, pero es muy interesante y es una bella calle. Te mando un beso.
ResponderEliminar¡Hola, J.P.! Me alegra que te haya parecido interesante la leyenda. La de historias que podemos encontrar por las calles de las ciudades... Es asombroso.
Eliminar¡Un abrazo!
Hola M.A. La muralla, como símbolo de los prejuicios que habían invadido la ciudad, fue destruída, los aldeanos volvieron a vivir en el pueblo y la serpiente se convirtió en un vecino mas. Y todo por un niño inquieto y travieso que jugaba con una pelota. ¡Bonita moraleja! Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Trujamán. A veces es necesario dar un paso más para ver la realidad de las cosas. En este caso, el niño que se atreve a romper la regla de no pasar por la calle y entrar a por su pelota.
Eliminar¡Un abrazo!
¡Qué agradable leer tu relato! Me parece que está lleno de enseñanzas y mensajes que enseñan sobre cuidarnos de los chismes, las ideas preconcebidas, los prejuicios etc. Muy agradable de leer. Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarGracias, Ana. Me alegra que te haya gustado el relato. Los chismes, rumores y bulos nunca traen nada bueno. En la actualidad, es otro de los temas que siguen ahí latentes que nunca se terminan de resolver... Al igual que los peligrosos prejuicios.
Eliminar¡Un abrazo!
¡Hola, M.A.! Jo, si hubieras ambientado la historia en una época navideña tendríamos un cuento de Navidad en toda regla. Lo tiene todo. Primero esa narración tan clásica, salteada de rimas, que le dan ese toque musical. Eso en la forma, en el fondo una historia sobre los prejuicios a los que somos tan dados en cualquier época, y es que ante una adversidad lo primero que buscamos es un culpable, y los primeros sospechosos son aquellos frente a los que tenemos prejuicios o animadversiones.
ResponderEliminarLos muros nunca son la solución, sin duda. Un fuerte abrazo y ¡Feliz Navidad!
¡Hola, David! Pues pensé en enfocarlo como cuento navideño en un principio, pero al final no supe encajar el tema del todo con la historia. Se me ocurre ahora que quizás el día que se prueba la inocencia de la serpiente, podría haber sido en Navidad. Por otra parte, me atreví con las rimas porque los retos de escritura siempre son un gran aliciente para probar nuevos recursos (no suelo escribir con rima, pero me apetecía probar alguna vez!). El tema de los prejuicios, por desgracia, lo seguimos sufriendo en la actualidad y corre como la pólvora en redes sociales.
EliminarUn fuerte abrazo para ti también y ¡Feliz Navidad!
¡¡Hola M.A!! Conociéndote un poco como te conozco, sé que te ha tenido que costar ese desenlace tan feliz de tu cuento, ja, ja, si es por ti, la sierpes, se come a los niños a los aldeanos y a quién haga falta una vez encontrado los niños, así, al encontrarlos, tenía más habitantes para comer, ja, ja.
ResponderEliminarPero no, esta vez has sido buena y hasta una amistad para siempre ha surgido.
Muy interesante también lo de la famosa calle de Sevilla, no conocía su historia. Besitos.
¡Hola, Isabel! Me conoces bien je, je, je. Ha sido todo un reto para mí escribir una historia con estas características, pero bueno, como siempre hay que seguir aprendiendo me lancé con el reto (en una versión terrorífica de la historia, la serpiente se come a quien se ponga por delante ja, ja, ja).
EliminarA mi me pareció muy interesante también la leyenda de la calle de Sevilla, que la descubrí precisamente buscando al ser mitológico para este cuento. Es muy curiosa.
Un abrazo :)
¡Enhorabuena! El cuento lo merece; lo leí entonces y lo vuelvo a aplaudir...
ResponderEliminarIgualmente para el otro premio con el que participaste también en el Tintero.
Estos premios alentan mucho; son un estímulo formidoble. Además, como demuestras, tenemos que echar mano de las buenas cosas que ya hemos escrito y que muchas veces hasta olvidamos que las tenemos. Tomo nota yo también :)
Besotes y feliz verano!
¡Muchas gracias por tus palabras, Maite! Escribir este cuento fue todo un desafío para mí. 😊
Eliminar¡Feliz verano!