18 marzo 2019

Relato: Cajas oscuras

Este es un relato que escribí originariamente para una actividad literaria con Sabesleer. Posteriormente, ha sido publicado en la Revista Digital Casa Drojan #1 (diciembre 2021).


Podéis leerlo a continuación. A ver qué os parece :)


Cajas oscuras

Nunca me había pasado algo tan difícil de creer. La idea de que aquella amenaza se cumpla me aterra día y noche...

Ya han pasado varios años desde que comencé mi trabajo como Community Manager, gestionando las redes sociales de profesionales y empresas. Debo confesar que este oficio me ha hecho descubrir cuán necesaria resulta ser la presencia online actualmente. Es, cuanto menos, inquietante pensar que no estar en las redes sociales es casi sinónimo de invisibilidad. Y creo que esto es algo que, ahora, todos sabemos. «Todos lo sabemos», me repetía con normalidad, hasta que tuve la certeza de que el concepto “Todos” iba mucho más allá de lo que mi imaginación era capaz de asimilar.

Hará unos meses, un cliente contactó conmigo para contratar mis servicios. Entonces acordamos que yo debía anunciar sus productos en sus propias redes sociales con cierta frecuencia. Comencé a recibir en mi correo electrónico imágenes de dichos productos, estando cada una de ellas acompañadas con su título, conformado por una sucesión de números y letras, y la fecha en que debían ser publicadas. Hasta aquí, todo parecía normal. No obstante, la extrañeza estaba en que todas las imágenes eran muy similares y repetitivas: cajas oscuras, cerradas, y fotografiadas desde el mismo ángulo.

Al principio, me limité a exponer las fotografías con sus respectivos títulos. Ningún otro texto o número, exceptuando el coste, debía aparecer. Sin embargo, a medida que publicaba esas imágenes, más despertaba en mí una inevitable obsesión. ¿Qué contenían estas cajas para que fueran vendidas a precios tan elevados? Revisé las redes, buscando más información sobre la identidad del cliente, me propuse saber más. Pero los datos proporcionados eran muy escasos. Las páginas apenas tenían seguidores, aunque con cierta asiduidad aparecía un comentario bajo alguna imagen publicada. Estas respuestas no eran más que símbolos del teclado como % $ & o *, sin un orden o un significado aparente.

La curiosidad me embriagó hasta tal punto que le pregunté al cliente por el contenido de las cajas y, para mi sorpresa, me ofreció una como regalo. Acepté. No tardé en recibir mi caja oscura en casa. La desembalé. La observé. La sostuve. No pesaba. ¿Acaso la caja estaba vacía? La abrí y tal y como me temía, no encontré nada.

No le di más importancia por el momento. Hasta que, la mañana siguiente, al despertar, reparé en algo: Tenía unos caracteres escritos en la palma de mi mano derecha. Me sobresalté al comprobar que se trataba de una sucesión de letras y números aleatorias, como los títulos de las imágenes de las cajas. Me lavé las manos varias veces, los caracteres no se borraban. Además, durante la noche, había recibido un correo con el siguiente mensaje, cuya lectura me produjo un escalofrío estremecedor:

«Gracias por aceptar nuestro regalo. Una vez abierta su caja, se le ha asignado su código. Acudiremos en breve a su domicilio para retirar su alma e introducirla en la misma. Desde lo más profundo de las tinieblas, agradecemos este generoso intercambio».

Respondí diciendo que quería devolver la caja. El número de teléfono no estaba operativo. Escribí decenas de correos, pero la respuesta siempre era la misma: 

«Nos alegra comunicarle que, una vez abierta la caja, no es posible su devolución».

FIN


Fuente de la imagen: Pixabay.

10 comentarios:

  1. Buen relato. La curiosidad lo mato. Te mando un beso

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    1. Sí, ya sabemos el conocido refrán "La curiosidad mató al gato". Habrá que tenerlo muy en cuenta. Un abrazo :)

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  2. La curiosidad puede ser peligrosa. Aunque no sé si ese pacto sobrenatural es realmente válidos.
    Bien contado.
    Besos.

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    1. A veces hay que medir la curiosidad y más en situaciones extrañas. Se puede decir que es la base de este relato.Gracias por pasarte. Un abrazo :)

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  3. ¡¡Ohhh, espero que no recibir ninguna vez una de esas cajas!! Últimamente veo cajas o cubos negros por todas partes. El lunes vi la peli Escape Room en el cine (no sé si la habrás visto), y los protagonistas también recibían un cubo negro que en principio no se podía abrir. Como te imaginarás, mejor no haberlo recibido....Besitos.

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    1. ¡Sí que he visto la película! También me acordé de este relato cuando vi las cajas jejeje. Aunque este lo escribí el año pasado para el certamen. Supongo que una caja oscura / misteriosa es un recurso utilizado con cierta frecuencia para crear historia del género. Y por supuesto, mejor no recibir nunca una caja de estas o si la recibes, ¿para qué vas a abrirla? Un abrazo :)

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  4. ¡Hola! Me ha causado extrañas sensaciones la lectura de este relato. Es como que realidad e irrealidad se funden, al converger en un punto que aprisiona al lector, y del cual no puede escapar. Escapando a la vez la propia trama, original y alejada de lo de siempre, a todo control del público. Me ha gustado; en serio. No hablaría de miedo; no es el misterio mismo; sino una extraña sensación atrayente de fatal sugestión. Muy bueno, M.A. Un abrazo.

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    1. ¡Hola! Gracias, me alegra que te haya gustado el relato. Sí que quise jugar con una cierta sensación de incertidumbre y que algo inesperado, que se te escapa de las manos, te pueda abordar en cualquier momento (cosa que se hace peor si el abordado es el causante de ello de manera casi involuntaria).
      Un abrazo :)

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  5. ¡¡¡Qué bueno!!!
    ¡Qué arte tienes para crear suspense, asombro y terror!
    Venden por ahí cajitas vacías para que guardes tus besos, sentimientos, deseos... creo que después de tu relato no me atreveré a comprar ni regalar ninguna. Por si acaso. 😅😂
    Felicidades por el relato y enhorabuena por la publicación, totalmente merecida.
    Un abrazo.

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    1. ¡Hola! Me alegra mucho que te haya gustado el relato. Quise escribir una historia corta con un tema tan actual como son las redes sociales, y el terror adaptándose a las nuevas tecnologías.
      No me acordaba de esas cajitas. Qué poético je, je, je.
      Muchas gracias por tus palabras sobre la publicación.
      ¡Un abrazo!

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Novelas M.A. Álvarez

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