(Imagen: Cuando regresé a Chipiona después de que se publicara la novela en el año 2016)

Cuando estaba desarrollando al protagonista, Sigmund, pensé en que sería una buena idea que tuviera una fobia. Estuve barajando diferentes opciones, pero finalmente me quedé con la brontofobia.

La brontofobia es el miedo a las tormentas, truenos y tempestades. Viene del griego "brontè" (trueno) y "phobos" (miedo o temor).

Este personaje cuenta con dicho miedo porque tuvo una mala experiencia pasada. En la novela él mismo hace referencia a los peligros que entrañan los truenos en varias ocasiones a su asistenta y compañera de aventuras Carlotta. Y en uno de los capítulos, en los que se ve seriamente implicado en un caso, termina confesándole al  "simpático" agente Hoggans que cuando era niño fue alcanzado por un rayo.

Es curioso, cuando estuve investigando sobre todo este asunto, encontré que si una persona es alcanzada por un rayo puede llegar a tener secuelas físicas (imagino) y psicológicas. Aunque a veces Sigmund se enorgullezca de no padecer estas segundas, algunos de los personajes encuentran ahí el origen de la extrañeza de su carácter o su locura (de hecho, son muchos los que se la achacan).


¿Y por qué terminé decidiendo esta fobia? Pues la verdad es que lo decidí por mi abuelo. En parte, él tenía esta fobia, de ahí aprendí que este tipo de miedo existía. Sin embargo, obviamente no tenía un miedo tan exagerado como Sigmund (que si se tiene que esconder debajo de una mesa o tras un sofá, lo hará), ni tampoco fue alcanzado por un rayo (menos mal).  En este personaje la fobia está llevada más al extremo. Pero ahí está el guiño ;)