24 diciembre 2013

Relato: Un 28 de diciembre


Un 28 de diciembre es el título del relato que he escrito para la Antología Diciembre, organizada por Kiss a book. Sin duda se trata de un bonito regalo y quiero dar las gracias a las personas que han hecho posible este proyecto.
En la realización de los relatos, los participantes debíamos escoger entre una de las imágenes propuestas para escribir a partir de ella. A continuación expongo mi relato y la imagen yo elegí:




Un 28 de diciembre

Debí haberme precipitado por una ladera cercana… Cuando desperté, estaba tumbado en el suelo y tenía un fuerte dolor de cabeza.
Me incorporé lentamente y una especie de instinto que no comprendía me hizo avanzar unos pasos. A medida que caminaba, mientras descubría una herida en mi cabeza con los dedos, noté la nieve blanda que pisaban mis pies y enseguida quise observar el paisaje que me rodeaba con el fin de saber dónde me encontraba.
Sentía mucho frío… Hallé frente a mí un camino blanco cubierto de nieve que parecía reflejarse en el pálido cielo oprimido por nubes grisáceas, una senda cuyo final no llegaba a atisbar y que estaba flanqueada por árboles oscuros arraigados al gélido suelo que concluí que debía recorrer.
Continué avanzando por aquella travesía perdida en medio de un laberíntico bosque invernal y repentinamente caí en la cuenta de que estaba ocurriendo algo que comenzó a perturbarme: por mucho que intentara hacerlo, por mucho empeño que pusiera, era incapaz de recordar ningún detalle. Era incapaz de descubrir cómo había llegado hasta allí, qué había estado haciendo momentos antes, incluso me resultaba imposible recordar mi nombre… Era como si mi memoria se hubiera desvanecido, arrebatándome cualquier respuesta que pretendiera encontrar a toda esta incógnita, provocándome así una devastadora sensación de desconcierto e inquietud que incluso llegó a paralizarme durante unos instantes.


Rebusqué entre mis ropas. Llevaba un pantalón oscuro, una camisa y una gruesa chaqueta que me aislaba, en parte, del frío viento que empezaba a desatarse. Registré con mis manos, casi congeladas, cada uno de los bolsillos y para mi sorpresa encontré, escondido en la cazadora, un teléfono móvil.
Me permití alegrarme durante unos segundos, pero enseguida reparé en que, cuando tuve el impulso de hacer uso de él, no sabía a ciencia cierta con quién debía contactar… No recordaba ningún nombre y mucho menos algún número… No obstante, pronto descubrí que ese no sería el mayor de mis problemas, pues, en cuanto revisé la pantalla, observé que en esos momentos el teléfono no tenía cobertura.
Consideré entonces que la mejor opción sería continuar recorriendo aquel camino blanco con el fin de encontrar otro lugar en el bosque que me otorgara más posibilidades. Pero antes de que pudiera dar otro paso, escuché algo a mis espaldas y enseguida busqué el origen del aquel ruido repentino.
Un hombre descendía por la ladera por la que yo debía haber caído y en cuanto su visión tomó contacto con la mía, pude ver que me apuntó con un arma y no dudó ni durante unos instantes antes de efectuar un disparo que, por fortuna, llegó a impactar contra el árbol más cercano.
Aquel violento estruendo me causó tal sobresalto que enseguida eché a correr y busqué refugio en los árboles que me rodeaban hasta que me oculté en el que me pareció el más robusto de los troncos.
Esperé inmóvil unos segundos en los que a duras penas conseguí controlar mi agitada respiración y cuando logré volver en cierto modo a la calma, quise comprobar si aquel hombre me había seguido…
Eché un rápido vistazo al intrincado paraje formado por los árboles y el suelo nevado que había dejado a mis espaldas, sin embargo, mi vista apenas alcanzaba a ver lo suficiente como para darme certeza de su presencia, así que volví a ocultarme hasta que momentos después, la incertidumbre me obligó a mirar una vez más.
Volví a asomarme más allá del tronco, no obstante, aún no era suficiente… Fui estirando el cuello todo cuanto podía... Necesitaba… ¡ansiaba una respuesta! Pero justo cuando comencé a desplazar también los hombros, otro disparo colisionó con el tronco del árbol donde me ocultaba, casi a la altura de mi cabeza. El sonido de este último estallido pareció retumbar en mi cerebro y provocó que el dolor que ya tenía, se acentuara. Caí arrodillado durante unos instantes y entonces me pareció escuchar unos pasos sordos que se aproximaban, pisando lentamente la densa capa de nieve que cubría el suelo.
Debía huir… Sabía que debía huir enseguida…Se acercaba... Me incorporé y continué adentrándome en el bosque que formaban aquellos árboles oscuros. Corría tan rápido como podía y todo mi afán era poder ocultarme una vez más, donde fuera, como fuera… Hasta que casualmente encontré un viejo y solitario cobertizo de madera y no dudé en buscar refugio en él.
Como no pude abrir la puerta, rompí el cristal de una ventana y me las arreglé para acceder al interior por ella. La atravesé y me dejé caer al suelo. En el interior del cobertizo había toda clase de objetos cubiertos por mantas y telas gruesas y polvorientas además de todo tipo de recovecos oscuros donde cualquiera podría esconderse.
Sin más dilación, me refugié bajo una mesa de madera en la que también se encontraban algunos objetos que habían sido guardados allí y entonces, sin perder más tiempo, volví a tomar el móvil y comprobé si podría hacer alguna llamada. No obstante, muy a mi pesar, continuaba siendo imposible…
Pensé en ocultarme durante un tiempo prudencial, hasta que pudiera estar seguro de que estaría a salvo, pero unos súbitos y continuados golpes en la entrada me hicieron perder la poca calma que había logrado recuperar. Escuché que la puerta no tardó en abrirse, emitiendo un desagradable crujido que me sobrecogió y tuve el impulso de adentrarme enseguida todo cuanto pude en mi pequeño refugio. La tela que cubría la mesa, ocultaba también mi ubicación, no obstante, yo sí que podía ver sus zapatos a través de un palmo descubierto que había entre el suelo y el velo.
Observé cómo recorría lentamente la estancia de madera de un lado a otro y cuando necesitó tiempo para pensar, se apoyó sobre la mesa en la que yo me ocultaba.
La madera rechinó sobre mi cabeza cuando se sentó y una vez más, podía ver claramente sus zapatos cubiertos de barro y nieve por la pequeña obertura que me proporcionaba la tela.
El temor a que pudiera descubrirme me hizo permanecer inmóvil y sin emitir el más leve de los sonidos, hasta que de repente, se incorporó energéticamente, como si algo hubiera llamado su atención… Caminó hacia la ventana por la que yo había entrado. Los cristales rotos chirriaban bajo sus pies mientras avanzaba, hasta que le perdí de vista y permaneció quieto un tiempo en el que ya no alcanzaba a oír aquel frágil sonido.
Un inquietante silencio invadió la estancia y el profundo desasosiego que me oprimía por no alcanzar a verle desde mi refugio, me obligó a comprobar qué podría estar haciendo… Así que levanté levemente la tela que cubría la mesa y me arriesgué a mirar. Le encontré de espaldas a mí, junto a la ventana, como si estuviera inspeccionándola. Comprendí entonces que solo tendría esa oportunidad… La puerta aún estaba abierta y sin pensarlo durante un instante más, me dirigí raudo hacia la única salida y me aventuré al exterior. En apenas un margen escasísimo de tiempo, cerré la puerta y la estanqué desde fuera, asegurándola con un tablón que encontré sobre una pila de otros y me dirigí hacia el bosque nevado, buscando hallar cualquier sitio donde no pudiera encontrarme.
Estuve corriendo sin mirar atrás hasta que alcancé mi límite y cuando caí, me arrastré hacia el tronco de un árbol, de tantos que me rodeaban, para camuflarme.
Me aseguré entonces de que no me había seguido y suspiré aliviado cuando descubrí que esta vez sí que había conseguido perderle. Apoyé mi espalda contra el tronco, necesitaba recuperar el aliento, pues sabía que debía reanudar la marcha cuanto antes…
Sin embargo, mis escasos segundos de calma se vieron alterados cuando el móvil comenzó a sonar. Lo saqué enseguida del bolsillo, ¿acaso podría ya pedir ayuda? El número que se reflejaba en la pantalla no me resultaba familiar en absoluto, sin embargo, fuera como fuere, era una oportunidad de poder hablar con alguien.
-¿Oiga? ¿Quién llama? –Pregunté nervioso y bajando la voz para evitar ser oído, a pesar de que el timbre de llamada resultó ser demasiado estridente.
-Buenas tardes, le llamo desde su proveedor de telefonía móvil para ofrecerle nuestro nuevo plan para clientes que hemos implantados estas Navidades, ¿es usted…? –Explicaba una voz femenina.
-Escúcheme… No… no dispongo de mucho tiempo… –interrumpí.
-Solo serán unos minutos, le aseguro que si me deja explicarle la oferta que vamos a proponerle le interesará.
-No, no, escuche… Estoy en mitad del bosque… me he perdido, no recuerdo nada… y alguien me persigue…
-Perdón, ¿cómo dice?
-¡Que alguien me está siguiendo!
-¿Qué…? ¿Se trata de una excusa para…?
-¡Alguien intenta matarme!
-¿Está bromeando? Porque si se trata de una broma, es de muy mal gusto.
-¡No es ninguna broma!
-Claro… es otra inocentada…
-¡¿Qué?!
-No es usted el primero, le he descubierto. Hoy es 28 de diciembre.
-No… no... ¡Necesito ayuda!
-Deje que le comente nuestro plan: Si cambia usted a la tarifa “pájaro” volará por la red a una velocidad ilimitada y dispondrá de…
-¡Oiga! ¡Le digo que necesito ayuda! ¡No sé dónde estoy, maldita sea!
-Quizás a usted no le interese, pero, ¿conoce a alguien que pudiera estar interesado? ¿Algún amigo? ¿Algún familiar…? ¿Oiga?
Colgué entonces el teléfono… y lentamente, mirando a los alrededores, me puse en pie. Debía continuar avanzando, ningún lugar era seguro durante demasiado tiempo…
Mientras caminaba reparé en que ya había descubierto dos incógnitas: la fecha exacta en la que me encontraba y una zona donde había cobertura... Decidí ocultarme bien por las proximidades con el fin de poder realizar una llamada.
Estaba muy nervioso y a la vez excitado por pensar que tenía una oportunidad para salir de toda aquella confusión despiadada.  Mis manos temblaban por el frío y la inquietud y justo en el momento en el que iba a tocar la pantalla, el móvil comenzó a sonar de repente, interrumpiendo mis intenciones de buscar algún contacto, tratándose una vez más un número desconocido.
-¡No quiero ninguna oferta! –Exclamé antes de dejar que me hablasen.
-¿Qué demonios está diciendo? –Respondió una voz, esta vez masculina.
-¡Escuche! ¡Escuche! Tiene que ayudarme, alguien me está siguiendo con intención de quitarme la vida y…
-¿Se trata de una broma? ¿Acaso ahora le gusta bromear? Ah, sí… ¡Qué casualidad! El 28 de diciembre…
-¡No es ninguna broma! Por favor, ayúdeme.
-¡Déjese ya de jueguecitos y escuche bien! No importa dónde se esconda porque terminaré encontrándole.
-Usted es…
-Pronto anochecerá… No sobrevivirá al frío… Más le valdría que le encontrase enseguida y le ahorrase toda esa agonía…
-¡Oiga! Llamaré a la policía, le aseguro que lo haré.
-Jajaja, ¿a la policía? ¿Habla en serio?
-Se lo advierto, ¡déjeme en paz! –Exclamé y colgué el teléfono.
Para mi desgracia, sus palabras eran ciertas. Me había perdido en el bosque… No importaba cuánto camino recorriera… solo encontraba nieve, árboles… ¡y más árboles!
Comenzaba a oscurecer, el frío se hacía más intenso… Incluso mis ánimos se congelaban… Desalentado, busqué un refugio por los alrededores, por si tuviera que guarecerme de la noche, y por fortuna me topé con un viejo furgón oxidado al que parecían haber abandonado a su suerte. Forcé la puerta de la parte de atrás, hasta que pude abrirla y me encerré en su interior.
Dediqué unos momentos a intentar recordar. Cientos de imágenes y palabras se agolpaban en mi mente, pero aún parecían confusas y era incapaz de ordenarlas… Ya no podía soportar más aquellas enrevesadas condiciones y me apresuré a hacer esa llamada… La llamada que me sacaría de aquel infierno helado.
Logré hablar con las autoridades y creyeron mis palabras.  Me aseguraron que enseguida me prestarían su ayuda. Les describí mi localización tan concretamente como me fue posible y, encontrando finalmente cierta tranquilidad, permanecí escondido mientras esperaba a que alguien llegara, vigilando constantemente en el bosque a través de la ventanilla delantera, temiendo que mi perseguidor pudiera descubrirme.
No obstante, jamás pensé que en realidad no estaba perdido como creía… Había tenido la peor de las suertes, como si de una pésima broma se tratase. No era más que un inocente atrapado el mismo día 28 en un bosque que se había convertido en mi enemigo y, que en otras circunstancias, se habría tornado el mejor de mis aliados…
Como alguien que espera a ser liberado, así esperé yo a que me encontraran y tras el paso de un tiempo que me pareció eterno, vislumbré una silueta más allá de la nieve que comenzaba a caer.
El frío me había entumecido las manos y los pies… Tuve que hacer un gran esfuerzo para volver a mover la puerta y salir al exterior. Una vez fuera, intenté llamar su atención.
Esperé a que se acercara y en cuanto le vi con claridad, no me fue posible otra reacción que exclamar:
-¡Usted! ¡¿Pero cómo me ha encontrado?!
-Digamos que… usted mismo me llamó. –Respondió el hombre que me había estado persiguiendo mientras miraba el móvil que aún conservaba en una de mis manos.
Intenté huir, pero me apuntó con el arma que llevaba, advirtiendo con su gesto que no dudaría en disparar si me atrevía a dar un solo paso más.
-¡Las manos sobre la cabeza! –Me ordenó mientras se acercaba lentamente. Arrojé el móvil al suelo y así lo hice.
Se acercó hasta colocarse a mis espaldas y sacó unas esposas, cuyo metal no titubeó en reflejar el gélido paisaje.
-Me dieron el aviso desde la comisaría… -Explicaba mientras me esposaba. –Sin embargo, no entiendo nada… Usted había conseguido escapar, logró noquearme y quitarme una de mis armas y el móvil… ¿cómo se le ocurrió llamar a la policía? ¡Ja! Parece una broma…
-¿Qué…?
-Por suerte perdió el arma al caer por la ladera… -Continuó mientras me obligaba a acompañarle. –Y parece que no solo el arma, sino también el juicio. –Rió.


Entonces, sus palabras hicieron que lo recordara todo… 

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6 comentarios:

  1. ¡Hola! Oyes, esto pinta muy bien. Podías darle continuidad, se presta a ello. Lo digo en serio. Merece la pena plantearte una obra policiaca que, seguro, tendría éxito. Me ha tenido en vilo hasta el final; y ni llegando a él me sale el susto. Es legítimo que tenga su hueco en la antología. Un gran relato, me ha gustado mucho, mucho. Abrazos.
    Mari Carmen C.

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    1. ¡Hola! Me alegra que te haya gustado el relato :). Y hablando de obras policíacas, estoy a la espera de la publicación de mi primera novela: una comedia policíaca ambientada en el siglo XIX. Hace poco terminé la realización de su booktrailer (con una técnica de animación tradicional) y hay un poco de información en mi web. ¡Espero poder dar más detalles muy pronto!

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  2. ¡Hola! Lo tienes en novelas ¿no? Me embeleso leyendo textos, contemplando las imágenes... y no he llegado aún por eso. ¡Qué barbaridad! Dos o tres novelas ya. A ver si me pongo las pilas, a ver si aprendo. Te lo digo porque, más allá de apuntes y clasificación del material que incluye el hilván, en mi caso todo está inamovible. Si será que espero verla escrita por arte de birlibirloque... Un abrazo, M.A.
    Mari Carmen C.

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    1. ¡Hola! Sí, lo tengo en novelas. Pero por el momento solo en mi web, no en el blog. Entonces, ¿tienes una novela en proceso? ¿Qué género?

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  3. ¡¡Hola!! Pues se encuadra en el realismo mágico, la idea, la situación parte de ahí, pero... como no me ponga las pilas... va a ser que así no. Ya he examinado en tu web el apartado novelas. Me gusta todo lo que voy encontrando (el vídeo hablando y describiendo a los artistas me ha epatado) Hasta pronto.
    Mari Carmen C.

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    1. ¡Pues mucho ánimo con la novela! Me gustaría leerla :)
      ¡Ah! Y ese vídeo no pude evitar compartirlo cuando lo encontré.

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Novelas M.A. Álvarez

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