Relato ilustrado: Una nube cautiva
Una nube cautiva
Ocurrió en una
transitada ciudad de cielo gris, unos decalustros atrás, en un siglo donde se
apostaba por la ciencia y los descubrimientos, un siglo cargado de misterio y
envuelto por la sombría humareda de las fábricas emergentes a un ritmo
atronador.
Había una dama,
dueña de una pajarería muy cercana a la estación de ferrocarril y resulta que
muchos, muchos eran los que la pretendían. Pero la dama solo le prestaba
atención a aquellos que le hacían un presente y recibía bastantes de ellos,
pues casi ninguno se daba por vencido.
Cerca de allí,
vivía un hombre que quería sorprenderla. Deseaba hacerle el mejor regalo de
todos. No podía comprarle joyas ni artículos de extremo lujo, pero pensó en obsequiarla
con algo que realmente la sorprendiera.
Un día se animó
a ir a hablar con ella con el pretexto de adquirir un pajarillo y así conocerla
mejor. Compró un bonito ejemplar cantarín y tras el intercambio de unas cuantas
palabras, decidió que debía enamorar a esa dama a toda costa.
Y después de
mucho cavilar… ¡se le ocurrió una gran idea! Pensó que si ella admiraba a esas
pequeñas aves era porque tener una en una jaula, resultaba similar a poseer un
pedacito de cielo… Pero… ¿no sería entonces mucho más emocionante tener una
nube? Seguro que nunca nadie le habría regalado algo así.
Sin más
dilación, liberó al pajarillo de la jaula y se dirigió al campo, lejos de la
ciudad y no paró hasta que consiguió atrapar una nube del firmamento, así ella
podría ver de cerca el cielo que de verdad se escondía tras toda aquella densa
y frecuente humareda.
Y en la misma
jaula donde le fue entregado el pájaro, él le llevó la nube.
La dama se
quedó gratamente sorprendida al verlo y aceptó el presente, pues nunca antes
nadie la había obsequiado con algo similar. Se puso muy contenta y celebró
gratamente el regalo, al igual que le transmitió a nuestro amigo su felicidad y
agradecimiento.
Entonces, en el
instante en que él iba a declararle su amor, un hombre más entró en la pajarería
y se dirigió a ella con actitud cariñosa. Ambos se devolvían sonrisillas nerviosas
y sus rostros reflejaban complicidad. Entonces comprendió que su amada ya había
elegido y sin decir palabra, salió de la tienda y en el momento en el que se
retiró, la nube se desvaneció.
Unos días
después de lo acontecido, volvió a salir a la calle y dirigiéndose al centro de
la ciudad, observó un revuelo en un hospital cercano, la gente estaba muy
preocupada.
Se aproximó y preguntó a un médico la causa de tal
desconcierto.
—Amigo mío… —le respondió—. Tenemos un grave
problema… Hay una epidemia, pues el agua del río se ha contaminado y debemos
atender a muchos enfermos. Pero carecemos de agua limpia y pronto la ciudad
caerá en desgracia si no se pone solución a este contratiempo.
—¿Y no hay forma alguna de enmendarlo? ¿No hay una
manera rápida de traer agua?
—¿Para tanta gente? No sabría qué decirle… Además,
hace mucho que no llueve, si pudiéramos atrapar nubes…
Imaginativo y ameno, teniendo en cuenta que debías partir de una imagen aleatoria.
ResponderEliminarGracias por tus palabras :)
EliminarAhora me paso a leerlo!!
ResponderEliminarEspero que te guste :)
Eliminar¡Hola! Acabo de leer el relato en Instan-tés. Sui géneris lo define. Y eso, sabemos que da muchos puntos en cualquier estilo creativo. No desgrano más detalles por aquello del spoiler, lo bueno es que la intriga lleve al sitio en el que fue publicado. Está claro: Como buena dibujante y diseñadora sabes leer, doblar y desdoblar una imagen hasta exprimirla sin dejar gota. Es eso, que te admiro; y ya está. Besos.
ResponderEliminarMari Carmen C.
La verdad es que la ilustración me gustó mucho en cuanto la vi. Me pareció muy original y creo que el resultado fue bueno. La imagen calza bien con el texto y viceversa. Fue una curiosa experiencia para mí escribir a partir de la ilustración realizada por otra persona. Una vez más tus palabras me dan muchos ánimos.
EliminarUn abrazo :)